martes, 12 de octubre de 2010

Una extraordinaria familia cubana

Miguel Ángel recuerda emocionantes
anécdotas de su abuela paterna
Haber arribado a los 95 años de edad con la fortuna de poseer magnífica lucidez y ser descendiente del Mayor General Serafín Sánchez Valdivia son motivos suficientes para charlar con Miguel Angel Pérez Sánchez, el único sobrino-nieto del prestigioso jefe del Ejército Libertador que vive en la ciudad del Yayabo.

“No sólo Serafín –expresa con absoluta justedad Miguel Angel- merece el reconocimiento. Varios hermanos, su mamá y su esposa fueron igualmente muy destacados en la luchas de Cuba”.
De los 22 hijos del matrimonio de José Joaquín Sánchez e Isabel María de Valdivia sólo 10 alcanzaron la edad adulta y de estos, ocho tuvieron una participación directa en la contienda mambisa. Entre aquella pléyade sobresalen, además de Serafín Gualberto, José Joaquín (Tello), Raimundo, Plácido, Elias, Esteban, Julia América, Domitila y Josefa.
Las palabras del anciano brotan con conocimiento de causa porque en su hogar las pláticas sobre de las gestas mambisas afloraban regularmente en las conversaciones de sobremesa u otro encuentro familiar.
Su propia abuela paterna Josefa Sánchez Valdivia le hablaba con mucha sabiduría puesto que intervino en la guerra por la independencia iniciada en 1895.
“Mi abuela me contó que cierto día Serafín estaba en campaña con un grupo de soldados y llevaban varias horas sin comer. Uno de los soldados le dijo: mire General allí en aquella mata de guayaba hay una se la voy a traer. Cuando regresó con la fruta Serafín preguntó que cuántos hombres había, entonces mandó a picarla para que todos pudieran comer un pedacito. Dio un buen ejemplo de solidaridad”.
La calidad humana del ilustre mambí se pone a prueba una vez más. Su sobrino-nieto evoca la actitud de su tío-abuelo ante la terrible enfermedad del cólera de la que fue víctima la tropa: “La epidemia progresó tanto que varios hombres murieron en el lugar donde acampaban.
Pocos se brindaron para enterrar a los muertos y atender a los enfermos. Serafín estaba entre los voluntarios que se quedaron allí corriendo el riesgo de morir”.
Desde que era un niño, en la década del 20 del pasado siglo, Miguel Ángel prestaba atención a los emocionantes relatos en los que también participaba su tío-abuelo Tello, quien brilló en los campos de Cuba, a tal punto que ostentó el grado de General de Brigada en La Guerra Necesaria.
“A mí me emocionaba oír sus anécdotas; cuando usted lo escuchaba hablar de la guerra se le erizaban los pelos. Me agradaba estar con él. Muchas veces lo acompañé en las cacerías de venado. Tenía una puntería tremenda. Nunca he olvidado su muerte. En aquella época era costumbre encender una vela y sostenerla entre las manos en el momento en que una persona iba a morir. Yo lo hice cuando falleció Tello”.
Otros hermanos tuvieron una acentuada participación en la guerra, como Raimundo (médico y coronel), Elías (teniente) y Esteban que llegó a subteniente.
De Josefa Pina Marín (Pepa), esposa de Serafín, recuerda que era muy agradable, cariñosa y que su valor la llevó a estar al lado de su esposo en las difíciles circunstancias de la lucha emancipadora, al calor de la cual fue mensajera, por lo que viajó con regularidad a La habana, Cayo Hueso, Haití y Santo Domingo para trasladar orientaciones revolucionarias.
También evocó a la progenitora de los Sánchez Valdivia, la que merece mención especial pues contaba con más de 65 años de edad cuando renunció a las comodidades hogareñas para acompañar a sus hijos en la manigua redentora, donde se desempeñó en el cuidado de los heridos, en la costura y lavado de las ropas de los soldados insurrectos y en cuánta tarea hiciera falta en campamentos insurrectos.
Como epílogo de la conversación Miguel Ángel muestra un recuerdo de familia que durante años ha guardado con celo. Se trata de un pequeño coco, en forma de jícara que Plácido (quien fuera capitán) le dedicó a Josefa.
“El se lo regaló a mi abuela, esta lo cedió a mi padre, de él pasó a mí y yo se lo di a mi hijo mayor (Miguel Ángel), pero el menor (Oscarín, médico) como le gusta mucho la historia lo conserva con el consentimiento del mayor”. En la inscripción de la pequeña vasija se lee enero 15 de 1898.
Durante casi dos horas transcurrió la sencilla, pero conmovedora conversación con este hombre que proviene de una extraordinaria familia que ha hecho historia en Sancti Spíritus, en Cuba y en otras latitudes de América.


Miguel Angel con sus dos hijos: Miguel Angel y Oscarín


1 comentario:

  1. Ser descendiente de los Sanchez Valdívia es una gran satisfacción y ademas un compromiso con la Patria a la cual respeto y amo gracias a lo inculcado por mi familia y la sociedad, de modo especial por mi padre quien con tanto orgullo y satisfacción los venera, en particular a su abuela Josefa y al General Tello. Gracias al Cubano Rebelde y a Israel por su entrevista.
    Dr.Oscar, en colaboración desde Guatemala.

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